martes, 15 de julio de 2008

Un texto ligero.

Trémula impaciencia. Un texto ligero.

La hoja, esta muy pálida aun.

Quizás necesite de nuestro color.

El ingreso, se hace notar. Una fresca brisa me sopla el cuello… Puedo notarlo cerca.

Ingeniosamente, voy a ignorarlo.

No puedo dejar de mirar en frío suelo, sentir la piel trémula entre el ropaje; la sangre efervescente circulando en las venas.

Una suave palma roza mi espalda. La piel no puede dejar de erizarse. Las palomas se liberan solas, algunas blancas, grises. Palomas negras.

Es ese el momento de la danza, mas sentida. Única en su existencia.

Se hacen uno todos los sentidos. Privamos la luz, ella no puede vernos, es tan único y nuestro, que ni el aire ni los sonidos están invitados. Llegamos a ser huérfanos de la vida.

Tan particulares los detalles. Solo es ese el momento en el que diferimos del mundo, del otro, de la vida.

Hasta logro olvidar, aquellas plegarias mías… sobre el frió cenotafio.

Todo logra disolverse, entre intensos aromas nuevos, sonidos imposibles y texturas inexistentes.

Entre los cuerpos húmedos, aquel circunspecto caballero no existe.

Entre los cuerpos tibios, aquella dama literal no existe.

Surge la adoración del positivismo, y los ruegos a las temidas negaciones inventadas.

Juegan las lenguas bañadas de espuma, espuma deliciosa.

En la femineidad logras yacer, por ósmosis, por ilusión, por medio de paz.

Corren las gotas por la silueta. La decadencia lejana se hace notar.

“Que bella mirada tienes…”

Las pupilas se hacen dos en una, la fragancia del individuo desaparece, ya lo hicimos nuestro. Las huellas no logran ser privadas. El pudor, no logra existir.

“Condenados, están…Esperando la caducidad”

“Un bacanal, de emociones.”

Julia

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