lunes, 21 de julio de 2008

Carta al señor de los pigmentos:

Puedo verlo, puedo verlo señor.

Usted, parado ahí, con el semblante definiendo poca explicación.

Hago un sutil recorrido, trescientos sesenta grados.

Desnudo está, frente a los ojos de quien escribe.

Señor, Gentleman, Herr, monsieur, ¿dónde escondió su paz?

¿Dónde tiene su pasión? Que bien la guarda usted.

¿Puedo ver ese tesoro por favor?…

No sea abyecto, permítame.

Yo sé, que tiene los dedos manchados de tinte, no los lave déjelos como están.

Son parte de su esencia.

Aunque el magenta corra por sus brazos, así quiero contemplarlo.

Voy a ser su libro, en donde mi anhelo yacerá, como una bella obra latente.

Inyécteme, inyécteme aquella virtud que lleva.

Yo sé, que usted… sabe de este arte.

Sosténgame en sus manos calidas, nerviosas, húmedas… de uñas mordidas.

Intente la caricia imposible, usted sabe mas que nadie que todo se puede.

Ponga infinita devoción, cree una fuerte ilusión. Que no exista la debilidad del dolor.

Vamos, sosténgame con fuerza y pura pasión.

Siéntame número, coma, y signo.

Sume más calidez, a mi cuerpo. Divídame en mil partes y vuelva a juntarme en su cama.

Multiplíqueme cada vez que me quiera más.

Reste mis defectos, mis modismos absurdos, mi mal carácter.

Ponga un cero a mis despertares, y mis cabellos sin rumbo.

Lléneme de letras cuando no me pueda decodificar, y léame como un simple texto escolar.

Siéntese en mí, afirme sus piernas. Adquiera una buena postura, hágalo.

Tómeme fuertemente, tómeme. Usted podrá ejercitarse, suba, baje abra y cierre.

Transpire, hasta la última gota. Hasta la deshidratación.

No se preocupe beberá de mi cuerpo y yo lo limpiaré. Hasta el rincón más tenebroso de su indómito cuerpo. Prometo no temerle a la oscuridad. Pero repito sosténgame.

Al final del día, sin tanta tragedia le recomiendo que nos sueñe.

Solo si aún cree en las hadas. Solo si su unicornio no se fugó.

La agnición, ya está planteada. Por eso, dulce caballero, sueñe… hágalo.

Es noble, dedicar un sueño. Noble para usted.

Esta señorita, quiere ser, sus pasiones, obligaciones, deberes y liderar en su cuerpo sin que exista la tiranía. Por eso, acredíteme un sueño; acredíteme.

In.Julia*

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